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Eutanatrón A 380 (Frag. capítulo 1)

 

FRANCISCO ALEMÁN DE LAS CASAS, VIERNES, 27 DE NOVIEMBRE DE 2015

 

- ¡Oiga! ¡Oiga! ¡No puedo morir así! – chilló Cayejas - ¡Todavía soy un hombre joven, bastante sano y apuesto!

- Alguien no programó debidamente su orden de eutanasia… - era el refrigerador el que hablaba – en tal caso cada aparato con conciencia humanizada que rodee al sujeto, tendrá la potestad de aniquilarlo.

- ¡Tú cállate, inútil nevera de mierda! Solo abres la boca para anunciar la fecha de caducidad de la comida preparada que compro en Amazon a precio de oro o para advertirme de posibles difterias, de verduras contaminadas…

El refrigerador emitió un ruidito, como de bisagra agraviada o sin lubricar. Acto seguido se desenchufó de la pared y lanzó el cable, a modo de lazo, sobre la cabeza de Cayejas. Erró por unos pocos centímetros. De modo sincronizado, la cafetera le tiró al pobre hombre la jarra con el café caliente. No lo quemó porque Dios es grande.

Luego llegó el turno del microondas, que saltó de la meseta de la cocina hasta estrellarse sobre uno de los pies de Cayejas.

- ¡Horno maricón! – gritó Querubín Cayejas, saltando en un solo pie. -¡Me caíste en el juanete!-

- ¡Alguien precisa una amputación de pie…! –dijo con sorna y en chino mandarín el cuchillo de cerámica.

- Qǔxiāo fǎyuàn! – le ordenó Cayejas al objeto pérfido cortante- ¡Te jodiste, porque las clases de chino sí que las pasé!

El cuchillo perdió su energía asesina y se dejó caer sobre la alfombra digital, con un vahído cinematográfico.

Luego llamaron a la puerta.

 

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